Hoy decidí dejar de comprar aceites de cocina procesados y refinados. Hace años que sabía que lo tenía que hacer, pero por una cosa u otra —comodidad y practicidad, costumbre y cultura— lo dejaba para más adelante. Y por fin, “ese más adelante llegó hoy”.
Este año comencé un proceso en una formación de Asesoría en Dietética y Nutrición, y siento que algo comenzó a acomodarse después de tantos años transitando con conciencia el proceso de alimentación. Es tanto y tan profundo que a veces no sé si tiene un principio y un final, y al final y al principio, todo este camino es en espiral.
Hoy, a mis 48 años, siento que es el momento de darle calidad a este cuerpo, a este avatar que nos lleva en esta experiencia única aquí en la Tierra. Y parte de ese compromiso es cuestionar qué consumo y cómo lo hago. Así llegué a investigar más profundamente sobre los aceites vegetales procesados y refinados que, durante tanto tiempo, fueron una presencia cotidiana en mi cocina.
Lo que descubrí fue revelador. Muchos de estos aceites, como los de maíz, canola, soja y girasol, atraviesan procesos industriales agresivos que los someten a altas temperaturas, refinados químicos y extracciones con solventes. En ese camino, pierden gran parte de sus nutrientes y generan componentes nocivos como las grasas trans y los radicales libres, que pueden dañar nuestras células y contribuir a enfermedades inflamatorias y cardiovasculares.
Reutilizar aceites, freír constantemente y someterlos a altas temperaturas también genera sustancias tóxicas que impactan negativamente en nuestro organismo. Y me pregunté: ¿por qué seguir eligiendo lo que nos intoxica cuando podemos nutrirnos de manera más consciente y saludable?
Desde hoy, elijo otras formas de cocinar. Priorizaré el aceite de oliva extra virgen, que no solo mantiene sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, sino que además es una fuente de grasas saludables para nuestro organismo. También exploraré nuevas maneras de preparar mis alimentos, como el vapor, el horno y las cocciones con agua, para descubrir sabores genuinos sin necesidad de sobrecargar mis platos con aceites refinados.
Cada decisión que tomamos en nuestro día a día es una semilla que sembramos en nuestra salud y en nuestra relación con la Tierra. Hoy, elijo sembrar una semilla de cambio, de consciencia y de amor propio. Porque si algo he aprendido en este camino es que la alimentación no es solo lo que comemos, sino cómo elegimos nutrirnos en cada aspecto de nuestra existencia.
@vanavivir.abasedeplantas 🥬